Uno es alto, el otro es bajo. Uno es moreno, el otro más bien
rubiacho. Probablemente pocas ocasiones encontraremos dos hermanos tan dispares
físicamente pero tan iguales en el terreno emocional: comparten una misma
vocación por enseñar y un idéntico amor por el deporte. El torneo Sompàdel
que se disputará en las pistas de Polinyà será una oportunidad de oro para que
los hermanos Rojas plasmen ese contraste y tanto la cancha como los rivales
sean testimonios de ello. Y a ser posible, de grandes actuaciones. Motivos hay
para ello. La pareja extremeña se ha adjudicado la mayoría de partidos que ha
jugado hasta el momento pero si hay algo que no existe son las casualidades.
Ambos son dos románticos del deporte y se han mantenido
fieles a esa idea tanto en la victoria como en la derrota. Nacieron para
practicarlo y morirán del mismo modo. A sus extraordinarias dotes han añadido
esa mentalidad aguerrida grabada en su personalidad desde pequeños por tener
que abandonar su amada Calzadilla de los Barros para sobrevivir. Esta fórmula
les ha dado muchas satisfacciones cada vez que han saltado a un terreno de
juego o una pista. Sin embargo, están faltos de la experiencia necesaria como
pareja de pádel para alcanzar cotas privilegiadas.
Como sea, llegó el momento de aunar
fuerzas y demostrar que al margen de la veteranÍa y la técnica, la base del
éxito reside en la lucha. ‘Toñín’ deberá adaptar su juego de tenis al pádel y
‘Luismi’ amoldar sus cualidades a este nuevo reto. Mayores obstáculos han
tenido que superar para salir adelante, ya sea en la vida o en sus desafíos
deportivos. Su innata garra y su entendimiento se convertirán en sus mejores
aliados. Deberán fusionar dos parecidas maneras de entender el deporte y la
vida en una sola persona. Cuestión de química fraternal.
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